Espert renunció: el último liberal apaga la luz (porque ya ni para la factura alcanza)
La Casa Rosada amaneció con menos decibeles y más olor a pólvora. José Luis Espert, el libertario con alma de Excel, decidió renunciar, dejando a Javier Milei solo con sus gritos, sus perros y sus traumas de WhatsApp.
Desde su entorno aclararon que “no fue por diferencias ideológicas”, sino por una incompatibilidad más profunda: la realidad. Espert, harto de hacer equilibrio entre la fe libertaria y el sentido común, habría optado por el camino más honesto del liberalismo: la fuga.
Fuentes cercanas al Presidente aseguraron que Milei, al enterarse, gritó tan fuerte que los cuadros de Alberdi y Mises se autodescolgaron. Luego, según testigos, se encerró con su celular para escribir 14 tuits seguidos citando a Hayek, insultando a keynesianos imaginarios y culpando al “colectivismo traidor” de la renuncia.
Mientras tanto, Espert —con la serenidad de quien ya vio el Titanic hundirse y prefiere bajarse en bote inflable— dejó un mensaje diplomático:
> “Aprecio la confianza del Presidente, pero no tengo ganas de seguir haciendo de decorado en este cabaret.”
Los mercados reaccionaron con la calma habitual: subió el dólar, bajó la paciencia y creció la venta de tilas y ansiolíticos.
En resumen: otro capítulo del libertarismo criollo, donde la libertad se ejerce, pero sobre todo para salir corriendo.





